Los dos diferentes, los dos reales, los dos inmensamente valiosos. Nuestras percepciones y sistemas representacionales.
Me atrevería a decir que en la mayoría de las ocasiones, las personas pensamos que nuestra forma de percibir el mundo es común al resto de mortales; que cosas que nos parecen obvias en un momento determinado deberían serlo también para otra persona que participó de alguna forma de ese momento específico. El caso es que cuando se hace una puesta común de lo que ha percibido o entendido cada una de las personas participantes de ese momento, la información que maneja cada una de ellas puede ser totalmente diferente a la que maneja la otra, sin dejar de tener veracidad ninguna de las dos versiones expuestas.
A continuación, veamos un ejemplo interesante para ilustrar este planteamiento: al participar en un seminario con un ponente especialista en una materia específica, yo probablemente me voy a fijar en cómo transmitió sus conocimientos, su tono de voz y su capacidad comunicativa porque estos aspectos para mí son fundamentales, por lo que puedo decir al final de ponencia que hablaba con un tono de voz correcto, que se me movía estupendamente por el escenario o que la hilaridad de su discurso era de 10 puntos; pero mi compañero, que estaba sentado justamente a mi lado, que probablemente tenía una perspectiva desde la audiencia igual que la mía, que es mi colega de profesión (podría seguir enumerando razones para que esta persona y yo tengamos características similares) me dirá que él no se dio cuenta de la hilaridad del discurso y quizá no se haya percatado del resto de cosas, que él se fijó sobre todo en las diapositivas (¡qué orden!, ¡qué colores!) y en la expresividad del orador, mientras yo no estuve atenta a esos aspectos indicados por mi colega. Podríamos preguntarnos, ¿es posible que no haya notado ninguno de los dos lo que notó el otro?, la respuesta creo que la sabéis: claro que es posible. Ambos manejamos sistemas representacionales distintos, y ¿qué es esto de los sistemas representacionales?
En PNL (Programación Neurolingüística) se maneja este término y sencillamente son las formas que tenemos las personas de percibir el mundo contando con nuestros sentidos. Estos últimos tienen la tarea de aportarnos toda la información que recojan para que así nosotros podamos tener “nuestra versión” de la realidad. Existen tres maneras de percibir el mundo: visualmente, auditivamente y kinestésicamente. Por lo general, solemos tener una de las tres maneras más desarrollada pero lo ideal sería que lográramos potenciarlas todas para que no nos perdamos nada, nadita, de lo que nos rodea. En el ejemplo expuesto nos encontramos con 2 sistemas representacionales distintos: el mío, auditivo en gran medida y el de mi colega, mayormente visual. Los visuales, por su parte, se fijan más en lo que ven, en las imágenes y están muy influenciados por lo que han visto; los auditivos prestan atención a lo que oyen, los sonidos y sus recuerdos se basan mayormente en la información auditiva; por último, encontramos a los kinestésicos (tacto, gusto y olfato), enfocan su atención a las sensaciones experimentadas, a lo que sintieron, recuerdan y hablan en términos sensoriales.
¡Que vivan las diferencias! Definitivamente, hasta la forma de percibir las cosas hace que nuestras experiencias de interacción con el resto de seres humanos sean más interesantes y enriquecedoras porque las perspectivas diferentes aportan y nutren las relaciones, los trabajos, la vida misma. No nos quedemos solamente con lo que vemos, oímos o sentimos nosotros. Abramos nuestra mente y nuestro corazón para que podamos adentrarnos en la estupenda aventura de poder experimentar las “versiones” del mundo de las demás personas, que con plena seguridad encontraremos cosas realmente interesantes. Y, por supuesto, sigamos trabajando en nuestro sistema representacional, potenciemos todos nuestros sentidos, esos que aún nos pueden dar más información de la que ya nos dan; estemos atentos a sus reportes periódicos de datos (“telediarios sensoriales”), quizá nos están hablando sin parar y nosotros no les estamos prestando la atención que merecen.