La dinámica que se vive en las empresas de hoy en día pareciera que no permite que se den momentos para conversar con nuestros superiores y saber qué opinión tienen acerca de cómo hacemos nuestro trabajo; pareciera que en muchos casos, nuestro jefe o jefa, por el hecho de darnos más trabajo, más responsabilidad, de exigirnos más, ya asumen que nosotros sabemos que ell@s están “a gusto” con nuestro desempeño y con nuestra forma de trabaja; pero NO, eso definitivamente no es suficiente.
Es fundamental que se den momentos donde podamos enterarnos qué tan bien lo estamos haciendo, si se espera más de nosotros, si consideran que podríamos mejorar aspectos determinados y también que nosotros podamos poner sobre la mesa nuestras sensaciones, percepciones, inquietudes y necesidades en cuanto a nuestra gestión. Hay empresas que por su cultura y por el tipo de líderes que tiene, el feedback es algo cotidiano y lo normal es que constantemente tu superior te diga lo que opina de ti como profesional; para nosotros esto es lo ideal. Sin embargo esta, lamentablemente, no es la regla en muchas empresas.
El que nos evalúa es nuestro jefe, el que puede apostar ante la organización por nuestro desarrollo es nuestro jefe, el que puede tomar decisiones que nos impactan dentro de una empresa es nuestro jefe. Por esto es tan importante conocer, de primera mano y de la fuente prima, la opinión que se tiene de nosotros, porque al final de la historia, los más beneficiados o perjudicados somos nosotros.
Que sí, que sabemos que el superior es él o ella y que es parte de su trabajo encontrar momentos para hablarnos e informarnos de temas como estos, pero algo está claro y es que no todas las personas que gestionan equipos gozan de todas las habilidades (ni del tiempo) requeridas para hacerlo o que así como a nosotros se nos pueden escapar cosillas en nuestro día a día, a nuestr@s jefesit@s les puede pasar lo mismo 😉 A veces nuestros jefes necesitan un “empujoncito” para ser mejores jefes y quién mejor que su propio equipo para dárselo; con esta consciencia y este tipo de acciones, hay altísimas probabilidades que se fortalecen los lazos en los equipos de trabajo, se mejore la productividad y se optimice la comunicación.
Por ahí hay un refrán que dice: “Hablando se entiende la gente” y si echas en falta una buena conversación con tu superior, pídesela, da tú el primer paso. No esperes a que llegue tu evaluación del desempeño anual para enterarte de cómo piensa y de qué puedes mejorar; coge el toro por los cuernos y demanda una información que es increíblemente valiosa para ti y que te permitirá validar tus fortalezas y tus áreas de mejora directamente con la persona que te evalúa.