¿Tienen alguna relación la sabiduría y la experiencia?, ¿El que tiene experiencia siempre tiene sabiduría? ¿Quién es realmente sabio? Me van a permitir intentar responder a estas preguntas, desde mi más humilde perspectiva.
Tengo algunos días dándole vueltas a este tema porque la verdad es que me preocupa la percepción que tengo de que hay una cierta tendencia a relacionar la experiencia, amplia, vasta y de muchos años, con la sabiduría. Valdría la pena analizar qué es tener experiencia y qué es tener sabiduría. La primera, según la RAE, dentro de las 4 definiciones que expone, hay una que puede encajar bastante bien a lo que quiero exponer hoy en este post: La experiencia es la “práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo”. Si nos quedamos con esta idea, la experiencia será, en efecto, aquello que obtienes (conocimiento o habilidad) si practicas de forma prolongada algo. Por su parte, la misma RAE, en las 3 definiciones expuestas para la palabra sabiduría, usa palabras como: grado más alto del conocimiento, conducta prudente ante la vida…, conocimiento profundo. Si bien hay probabilidades altas que de la experiencia pueda surgir la sabiduría, no es un requisito indispensable para lograr ser sabio. Esta es la relación principal que veo, una (sabiduría) puede venir de la otra (experiencia), pero la otra no indica la existencia de la una… Puf, vaya trabalenguas 😉
Todos conocemos personas que, sin mucha experiencia (entendiéndola como una práctica prolongada), pueden demostrar un conocimiento profundo sobre algo, tanto en temas técnicos (ciencias, artes, letras) como en temas actitudinales (tener un grado importante de sensatez, prudencia y madurez emocional que sorprende y cautiva). No necesitan tener “chorrocientos” años de dedicación a algo para haber desarrollado un alto grado de conocimiento; lo que sí han sabido hacer es aprender, y aprender bastante, de lo que les ha sucedido, lo que han hecho, lo que han experimentado, independientemente que haya sido por períodos cortos o largos de tiempo. Creo que una frase que puede definir bien esto, es la de Aldous Huxley: “La experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede”, y para mí este hombre lo que define, más bien, es la sabiduría. Las personas que logran transformar en aprendizaje lo que hacen, lo que les pasa, son personas sabias; que de cada situación, de cada momento, extraen aquello que les aporta valor y les abre un camino para seguir enrumbando sus vidas y sus realidades hacia su desarrollo y plenitud.
Si analizamos el caso contrario, y no me extiendo mucho aquí porque no es donde me interesa poner el foco, podremos conseguir personas que aunque tienen esos “chorrocientos” años de experiencia en algo, les falta ese “no sé qué, que qué sé yo” que demuestra sabiduría. Lamentablemente, no todas las personas están en capacidad de extraer un aprendizaje de lo que les pasa y usarlo a su favor, pero estoy convencida (otra convicción más) de que cada vez somos más conscientes de esto y que la raza humana está reaccionando ante la necesidad de incluir esta capacidad en su identidad.
¿Tienen alguna relación la sabiduría y la experiencia? Sí, la sabiduría puede perfectamente ser una consecuencia de tener experiencia, pero no siempre tener experiencia en algo, incluye ser también ser sabio en ese algo, y con esta afirmación ya respondo la segunda pregunta, ¿El que tiene experiencia siempre tiene sabiduría? La respuesta es no.
Por último, ¿quién es realmente sabio? Las personas que logran transformar en aprendizaje lo que hacen, lo que les pasa, son personas sabias; que de cada situación, de cada momento (corto o largo), extraen aquello que les aporta valor y les abre un camino para seguir enrumbando sus vidas y sus realidades hacia su desarrollo y plenitud.