Cuando des un paso que te acerque mucho o poco a tu meta, reconócetelo, disfrútalo, valóralo
Los pequeños pasos, por muy cortos o insignificantes que nos puedan parecer, si nos acercan un poco más a ese estado deseado, pueden marcar la diferencia. Subestimar la potencia de una acción determinada, por el hecho de que no dé inmediatamente el resultado deseado, ese que probablemente esté a unos cuantos “kilómetros”, en términos de esfuerzo, dedicación y tiempo, nos limita inmensamente y puede mermar nuestra ilusión, nuestra perseverancia, nuestra motivación. Siendo objetivos, por muy insignificante que parezca una tarea dentro del proceso de consecución de nuestra meta, esa tarea no deja de ser un paso también y por lo tanto, tiene algún resultado apreciable, quizá pequeño, pero resultado al fin; debemos darle honor a lo que merece honor y en este caso el honor es para nosotros mismos, que hemos dado ese pasito, que hemos realizado esa pequeña acción, que hemos tenido nuestra “mini victoria”.
Reconocer nuestros pequeños triunfos nos da fuerza y permite que nos mantengamos en el camino, pues vamos generando una capacidad de autoanálisis y de consciencia importantes; aunque sabemos que aún nos falta un gran trecho para llegar, también somos conscientes que estamos ya “en el ajo”, que nos hemos arremangado la camisa y quizá también los pantalones, para cruzar ríos, saltar zanjas, esquivar ataques inesperados, espantar plagas. Si un día no superamos un obstáculo de forma extraordinaria y creativa porque decidimos dedicarnos a una tarea más convencional y/o sencilla, o bien nos dispusimos a conversar con los viajeros de otros caminos para compartir experiencias o simplemente quisimos observar el entorno y aprender de él, bravo por nosotros, porque probablemente algo dentro nos dijo que eso era lo oportuno, lo ideal, lo necesario.
Las grandes hazañas, lo grandes descubrimientos, los éxitos indiscutibles tienen detrás un sinfín de pequeños pasos. La certeza que debemos afianzar es que seguimos en el proceso, seguimos haciendo que sucedan cosas que, si mantenemos la mente y el corazón dispuestos, seremos capaces de apreciar su relación con ese macro objetivo tan anhelado; además, estamos fluyendo, dejando que nuestra intuición actúe.
Cuando des un paso que te acerque, mucho o poco, a tu meta, reconócetelo, disfrútalo, valóralo; un paso es un paso, no lo subestimes. Más bien, te animo a que si tienes una meta impresionante, espectacular y que requiere de mucho esfuerzo, la piques en pedacitos, transfórmala en muchos pequeños pasos (escríbelos, estructúralos, dales forma, color y momento); así, sentirás tu meta más cerca, más posible, más real, más manejable. No te preocupes tanto por saber cuándo podrás saborear el gusto del objetivo mayor; enfócate en degustar las delicias de tus “mini victorias”, eso sí, sin perder de vista la cima que te espera al terminar de escalar tu montaña, de recorrer tu camino.